Didier López Carpio

El maestro López Carpio se observa el mismo rodeado de lo femenino, diosas que sensibilizan sus sentidos, sensualizan sus pensamientos, sexualizan su obra; lo llenan de una satisfacción enorme. Nacido en Ixtepec, Oaxaca, una ciudad colorida rodeada de una región rural del Istmo de Tehuantepec, Didier es atraído al arte desde los 7 años por su primo que estudiaba en la Universidad Nacional Autónoma de México en la Ciudad de México. Didier lo visitaba seguido y se anonadaba con sus pinturas y diversas creaciones plásticas en su casa. Su deseo por pintar e indagar ese mundo nace desde ese momento; descubre el amor al arte visual.

 

Su primo lo lleva a pasear a los museos de la gran ciudad: el Museo Tamayo, el Museo Contemporáneo, la Casa de la Cultura. Las grandes obras de pintores mexicanos como Rufino Tamayo lo deslumbran y le despiertan las posibilidades del mundo de la plástica. Desde entonces, se dedica a emular estas piezas grabadas en su memoria en lienzos de cartulina con pinturas Vinci, polvo de ladrillo y cemento. Acabando la preparatoria, es aceptado en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM con la concentración en estudios latinoamericanos, y sin concluir, regresa a Oaxaca y se inscribe en la licenciatura en Diseño Gráfico en la Universidad Mesoamericana de Oaxaca. La influencia de las tendencias marxistas en el ambiente Oaxaqueño lo concientiza hacia un discurso crítico social y lo aplica en su carrera.  Didier define la importancia de enriquecer sus figuras con la narrativa y poesía de esta filosofía, y su obra pictórica se transforma en una mucho más lírica, rítmica e irónica.

 

Su carrera de ilustrador empieza en el Comisariado Nacional Forestal del gobierno con campañas ambientales y participa en proyectos con instituciones gubernamentales de la mujer en murales de alumnos de bachilleratos comunitarios en talleres sobre la igualdad de género y derechos sexuales y reproductivos de los jóvenes. Este aprendizaje lo lleva a la literatura y a sus imágenes en su obra plástica. Sus imágenes figurativas son predominantemente de mujeres. Las proyecta sensuales, preponderantes y magnificentes. Didier goza de las emociones que sus figuras femeninas le emiten en su totalidad. Su obra se desprende en el instante, automática, sin meditación previa, y las figuras y rostros quedan como un lienzo en blanco de emociones para rellenarlas de colores, figuras, símbolos, letras, y pinceladas que salen del alma y construir una narrativa grafológica. ¿Qué significado tienen las palabras? ¿Y, los símbolos? Estos solo salen del subconsciente que conjuntos juegan entre las miradas de los personajes para crear un diálogo entre el espectador y la contemplada.  

 

Didier estudia sus colores, los contrasta y los aparea. Su paleta definitivamente proviene de las coloridas flores y bordados Istmeños de su tierra, del imaginario de cuentos infantiles como Alicia en el país de las maravillas y los tonos terrosos de los artistas Oaxaqueños de los años 90s. La pintura la dibuja con el pincel y el crayón de pastel abstrayéndola hasta crear formas amorfas que crean otras formas y conjuntas un significativo espiritual y psicológico. Así como dibuja, pinta. Sus figuras con delicados rostros y miradas recortados que asimilan a las de los artistas simbolistas Austriacos del principio del siglo pasado Gustav Klimt y Egon Schiele sin ser erotizadas ni sexualizadas con el lirismo de las formas espirituales de Vassily Kandinsky y las primitivas de Paul Klee.

 

La obra de Didier se demuestra como un gran ejemplo del nuevo movimiento contemporáneo de la pintura oaxaqueña y representativa de un cuerpo de trabajo madura y competitiva con el mundo internacional.

Didier López Carpio, Oaxaca de Juárez, Oaxaca